A nombre de los ausentes…


En México fue el discurso de Iñárritu el que dio mucho qué hablar al incluir a sus compatriotas en el discurso de agradecimiento. Pero en Estados Unidos, para los mexicanos que vivimos acá, el ver a dos mexicanos recibir premios por sus talentos ante billones de personas, tiene un significado que va más allá de un simple discurso de agradecimiento. 
Por: Sandra Galindo

En la noche más blanca, por la falta de diversidad entre los nominados, dos mexicanos triunfaron en la noche de los premios Oscar. Y sí, las estatuillas que recibieron Alejandro González Iñarritu y Emmanuel Lubezki son de ellos, por su esfuerzo y dedicación a sus respectivas carreras. Sin embargo, su triunfo como mexicanos resuena a ambos lados de la frontera. En México fue el discurso de Iñárritu el que dio mucho qué hablar al incluir a sus compatriotas en el discurso de agradecimiento. Pero en Estados Unidos, para los mexicanos que vivimos acá, el ver a dos mexicanos recibir premios por sus talentos ante billones de personas, tiene un significado que va más allá de un simple discurso de agradecimiento.

En un país de inmigrantes, en donde al idioma español se le ve como lengua de segunda clase, yse relaciona como mexicano a todo aquel que la habla y por ende, como alguien de segunda clase el ver a dos mexicanos ser reconocidos por una Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas que no es muy abierta a la diversidad y que la mayoría de sus miembros son anglosajones, da un sabor más cercano a la reivindicación.

Hace tiempo, cuando daba clases en una universidad en Estados Unidos, un alumno comentó sobre su sorpresa al escuchar a un científico hablar español. Mi alumno era Latino, descendiente de mexicanos y nacido en Estados Unidos. Él explicó en aquel entonces que había crecido sabiendo que alguien inteligente no hablaba español. Por eso su sorpresa fue enorme cuando vio un video donde entrevistaban a un científico ganador de un premio Nobel que hablaba la lengua de sus padres.
En un país donde los estereotipos sobre Latinos y más específicamente sobre mexicanos son, por desgracia, lo que la mayoría de los estadounidenses creen que somos los mexicanos, en realidad, ver y escuchar a un mexicano recibir el más alto premio de la noche del Oscar y dar un significativo discurso en inglés, abogando por el respeto y la dignidad para los inmigrantes, fue sin duda algo especial. A lo mejor el discurso no cambia la mayoría de esas mentes retrógradas que piensan que todos los mexicanos somos indocumentados, carentes de educación y de intelecto. A lo mejor esas mentes cerradas no van a cambiar de un día para otro por ese discurso.

Pero sin duda, para los inmigrantes fue un buen momento. Tal vez, una vez que la cortina del Oscar cayó anoche, ese discurso se pierda en el ruido de las redes sociales, en el silencio del olvido. Pero por lo menos una noche, un momento, esas palabras, se escucharon en el corazón de millones de inmigrantes que sabían que hablaban de ellos, y lo hacía uno que era igual que ellos, en un lugar que pocos creían que algún día alguien tuviera la dignidad y el coraje de nombrarlos.

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