Insultos y estereotipos


La decisión de invitar a Donald Trump a México es un insulto para los mexicanos que vivimos en Estados Unidos. Esa decisión fue hecha de manera unilateral vista desde la perspectiva de México, no de quienes vivimos al otro lado del Río Grande y día a día tenemos que demostrar que no somos todo lo que dicen de nosotros, trabajar duro para romper con los estereotipos con los que nos miden en todos lados a los que vamos.

Y es que el insulto no es solo en el contexto de las palabras que Trump utiliza constantemente al hablar sobre los inmigrantes, los latinos o los mexicanos. El insulto va más allá de las palabras, es el daño que esas palabras hacen al reforzar los estereotipos que sobre los inmigrantes existen por décadas en Estados Unidos y que hoy en día mucha gente aún cree que son reales. Estos estereotipos nos hacen daño a la hora que aplicamos a un trabajo al que no nos llaman porque nuestro nombre “suena latino”, “parece mexicano” a lo que sigue la duda de “tendrá papeles para trabajar”o “estará buscando que la compañía le resuelva su situación legal” lo que a su vez es seguido por “y será capaz de hacer el trabajo “ o si no, en el caso de quienes se vienen con estudios a nivel profesional, la duda de si los estudios que se hicieron en México son equiparables a los de cualquier persona con el mismo título aquí en Estados Unidos. Los mismos estereotipos nos siguen cuando salimos a la calle, cuando manejamos, cuando vamos una tienda y el guardia de seguridad nos sigue por los pasillos de la misma esperando “cacharnos con las manos en la masa” robando algo, porque según el estereotipo “somos delincuentes”. También los estereotipos nos siguen cuando hablamos por teléfono o vamos en persona a oficinas en busca de información y al escuchar nuestra acento en inglés nos dicen que no hablan español, o si no nos comunican con alguien que hable español sin nosotros pedirlo, porque el estereotipo dice que “no somos capaces de aprender inglés porque no somos lo suficientemente inteligentes”. De igual manera los estereotipos nos siguen a las aulas de postgrado cuando un profesor de estadística le pide a un alumno que se dé de baja de su clase porque “cree que no entiende la misma”, porque el alumno tiene acento para, al final del curso, disculparse con el alumno que obtuvo una A y felicitarlo por su capacidad después de haberle hecho pasar un mal momento.

Hay mucha gente que piensa que no deberíamos ofendernos porque si no somos lo que dicen de nosotros qué nos debe importar lo que digan. Pero acá sí importa, y mucho, porque las palabras tienen una fuerza descomunal y los inmigrantes luchamos día a día contra esas palabras que hablan por nosotros y contra las que tenemos que luchar para demostrar que no, no somos lo que dicen de nosotros.

Es muy fácil tomar decisiones viendo las cosas desde otra perspectiva, pero cuando se tienen millones de compatriotas en otro país hay que pensar, conocer, estar al tanto de lo que viven ellos, de su realidad, de las implicaciones de dicha decisión, tomarlos en cuenta para que ellos se sientan verdaderamente apoyados y representados. Y es que hoy, después de la visita de Trump a México, es posible que muchos no se sientan representados ni apoyados y si golpeados por un doble frente, el de México y Trump.

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